Probablemente te hayas encontrado multitud de veces con esas placas que rezan “Asegurada de incendios” en las fachadas de los edificios y te hayas preguntado por qué están ahí y para qué sirven.
Estas placas no solo indican que esos edificios estaban asegurados contra incendios, sino que además recuerdan el origen de las compañías de seguros y de los cuerpos de bomberos profesionales.
El incendio, originado en el horno de una panadería y que se fue propagando por las casas hechas principalmente de madera, se prolongó durante tres días y tres noches ante la impotencia de una ciudad que no contaba con un cuerpo de bomberos profesional, como cualquier otra en aquella época.
Por eso, Barbon también decidió crear para The Fire Office un grupo especializado en la extinción de incendios que acudiría a los edificios en llamas que estuvieran asegurados por su compañía. Para que pudieran identificarlos, decidió colocar placas con la insignia de esta aseguradora: un ave fénix.
En España, empezaron a verse durante el siglo XIX con la creación de la primera aseguradora en 1822, la Sociedad de Seguros Mutuos de Incendios de Casas en Madrid, aunque en lugar de la insignia de la compañía se incorporó el texto “Asegurada de incendios”.
En Madrid se conservan muchas por la protección de su casco histórico (declarado bien de interés cultural en 1995) y porque, como explica el historiador Juan Sisinio Pérez, “al ser la capital había más población, y por lo tanto más riesgo de incendios y propagación por los edificios y más poder adquisitivo para contratar seguros”.
Como se explica en el libro Historia del seguro en España, durante la segunda mitad del siglo XIX empezaron a proliferar las compañías de seguros, así como las asociaciones mutuas de seguros contra incendios (constituidas por los propietarios de las viviendas).
Estas últimas, al no contar con un equipo de extinción de incendios propio como el de las aseguradoras, “empiezan a acordar con los ayuntamientos fórmulas para sufragar y organizar los servicios de extinción de incendios”, lo que acabó impulsando “la creación de los modernos servicios de bomberos municipales”.
El crecimiento de las ciudades en el último tercio del siglo XIX plantea la necesidad de crear un equipo de extinción de incendios municipal profesionalizando a sus propios empleados para esta labor como policías locales o cuerpos auxiliares.
Cuando cada ayuntamiento empezó a tener su propio equipo de bomberos, los equipos de extinción de incendios de las aseguradoras empezaron a desaparecer poco a poco porque ya no había necesidad y dejaron de colocarse nuevas placas
En la actualidad, y aunque ya no dependan de las aseguradoras, los bomberos siguen siendo un cuerpo indispensable para estas compañías. Por esos servicios de prevención y extinción de incendios (e incluso de salvamento) que prestan estos profesionales públicos, la Unión Española de Aseguradoras y Reaseguradoras que aglutina a la mayoría de empresas de seguros del país.